sábado, enero 05, 2008

Corea Cinema: "I'm a Cyborg but that's OK"

I’M A CYBORG BUT THAT’S OK (2007)

Título Original: Saibogujiman kwenchana

Nacionalidad: Corea del Sur

Dirección: Park Chan-wook

Guión: Park Chan-wook y Jeong Seo-Gyeong

Intérpretes: Lim Su-jeong, Rain, Choi Hie-jin, Kim Byeong-ok, Oh Dal-su


En su documental “Les enragés du cinéma coréen”, el realizador y crítico de cine Yves Montmayeur mostraba el giro que se estaba produciendo en el habitual eje de influencia del cine oriental, afirmando que la nueva generación de cineastas coreanos había finalmente asumido el papel predominante en el mapa asiático, un trono hegemónico que hasta entonces había ostentado sin dificultad el polar made in Hong Kong. A pesar del aplauso casi unánime de la producciones de Milkyway Image y el reconocimiento mundial de Johnnie To, lo cierto es que algo ha cambiado y tanto las preferencias del público como la respuesta crítica en festivales como Pusán o el mismo Hong Kong certifican el creciente e imparable interés por el cine coreano.

En este contexto, es sin duda Park Chan-wook el que encabeza el reducido grupo de talentos que marca la transición obvia y necesaria del cine asiático. Cercanos, al menos en lo que a predilección de la audiencia europea se refiere, se encuentran realizadores no menos fecundos en lo creativo como Kim Ki-Duk (“Hierro 3“) y Bon Joon-ho (“The Host”), referencias internacionales que muy pronto deberían estar acompañadas por futuras estrellas como Ryoo Seung-wan (“The City of Violence”) y Lee Chang-dong (“Secret Sunshine”).

Aunque su despegue definitivo en Europa vino de la mano de “Oldboy”, Park Chan-wook ya contaba con significativos triunfos locales como “Joint Security Area”, primero de los extraordinarios resultados en taquilla que continuarían en la Trilogía de la Venganza.Todas y cada una de las entregas de ésta (“Symphathy for Mr Vengeance”, “Oldboy” y “Symphathy for Lady Vengeance”) han sido aclamadas y premiadas en algunos de los festivales más importantes del circuito internacional (el Festival de Sitges así reconoció con su máximo galardón a “Oldboy”). Estos últimos títulos de su carrera precisamente han ido fomentando una serie de expectativas hacia venideros proyectos de un creador interesado en hilar historias centradas en el carácter trágico y vicioso de la violencia y la venganza, aportando en cada episodio una connotación distinta que hiciese reflexionar al espectador sobre su sentido deontológico, redentor o incluso antropológico.


Por eso, muchos se habrán dado de bruces con la realidad al descubrir con sorpresa el cambio de registro del cineasta coreano. Porque “I’m a Cyborg but that’s OK” carece de la crudeza o la perspectiva sobria y fría del thriller crepuscularmente dramático que sus precedentes ofrecían. Pero no nos engañemos, pues como el propio Park Chan-wook nos comentaba en una entrevista concedida a esta casa, este película no es una comedia romántica al uso, género paradigmáticamente asociado a la cinematografía coreana y que desde luego ha facilitado la exportación de obras muy estimables como “Woman on the Beach” de Hong Sang-soo. Este absurdo desengaño de muchos de sus seguidores y la extrañeza de aquellos que esperaban descubrir otra típica producción melodramática posiblemente provocó el estrepitoso fracaso en taquilla de este film que los estudios habían mimado como uno de los grandes hits de la temporada.

Si todo el aparato publicitario la ha vendido como una comedia romántica y realmente no lo es, ¿qué podemos aspirar a descubrir en ella? Por encima de todo, Chan-wook construye un film en el que los desarrollos argumentales y las directrices comunes de la comedia romántica se alteran elocuentemente aportando generosas dosis de fantasía, drama, ciencia ficción y violencia explícita. ¿Reinvención del género? Ni mucho menos, sino simplemente el firme deseo de no encasillar, de no establecer límites claros y precisos que ahoguen el relato de ficción. Es curioso que el palmarés de algunos festivales dedicados al cine fantástico hayan conducido a problemáticas similares que divagan sobre los perímetros del género.


En cualquier caso, este tentador postre que nos ofrece en bandeja de plata Chan-wook se ha cocinado con una luminosa paleta de colores que por primera vez en su filmografía otorga gran viveza y fantasía visual a todos los elementos de una película en la que los tubos de conducción son fucsias, el vestuario realza los rojos y los blancos, y las paredes se llenan de verdes y azules con exquisitos e imaginativos estampados florales. Y no es que ésta sea la primera muestra de pretensiones estéticas en la obra de Chan-wook porque es evidente el tratamiento artístico en películas como “Oldboy” y, sobre todo, en “Symphathy for Lady Vengenace”. Pero es aquí donde la espléndida fotografía, junto al precioso score firmado por Yeong-wook, enriquece estéticamente la dulzura y la candidez de esta historia de amor y amistad escenificada en una institución mental. Por supuesto, el uso de la Viper FilmStream que ya había utilizado David Fincher en “Zodiac” permite otro tipo de plasticidad que la conversión de la alta definición en 35 mm no daña ni mucho menos.

Olvidando la arquitectura de los puzzles humanos diseñados para sus anteriores trabajos, Park Chan-wook describe con emotividad, ternura y comicidad la extraordinaria relación entre Young-goon, una joven que cree que realmente es un cyborg con la misión de encontrar a su abuela para descubrir el sentido de su existencia, e Il-soon, cleptómano compulsivo que afirma tener la capacidad de robar aptitudes y rasgos de la personalidad esenciales de los humanos, pudiendo menguar, además, hasta hacerse prácticamente imperceptible. La evolución de esta relación es una de las mayores bazas de la película, creciendo ésta en afecto y cariño según avanza el metraje, y por tanto, cimentando la empatía perfecta con el espectador. Aún apreciando la interpretación del popular pop idol Rain, todo el peso dramático de la trama recae sobre Lim Su-yeong y su caracterización de robot melancólico que busca desesperadamente su papel en el mundo y que ha decidido dejar de alimentarse de comida humana porque ya le bastan las pilas y sus conversaciones con las máquinas. Young-goon se percata de su difícil situación porque, a diferencia de los aparatos electrónicos, no tiene manual de instrucciones y su ansiado proyecto teleológico no halla su elemento fundamental: un objetivo, una meta vital. Sin razón de ser no hay razón de existir. Chan-wook quería retratar así la posición actual de una juventud despreocupada por cuestiones existenciales aunque en efervescente movimiento por otro tipo de realidades menos elevadas en la escala de necesidades espirituales.


Pero el clan de locos de Park Chan-wook no podía repetir la misma descripción de títulos como “Alguien voló sobre el nido del cuco” o “Inocencia Interrumpida”. La idea era la de colorear expresivamente un hospital psiquiátrico como si se tratase de una guardería repleta de niños revoltosos, maleducados y excesivamente activos, que poco a poco van configurando una narración de marcado surrealismo y excéntrico humor que a gran parte del público y la crítica les parece un mero absurdo. Algo muy parecido al sentimiento general que ha provocado el “Mr. Lonely” de Harmony Korine, vehemente oda de amor a los locos y los marginados de este planeta, en la que la presencia de Werner Herzog testimonia el interés por venerar lo otro de la razón. Afortunadamente en nuestra literatura casos como el de Unamuno quedan para engrandecer la figura del loco, el hombre de espíritu y de fe, el gran héroe. Aunque para elogios los de Foucault y su “Historia de la locura”, repaso certero y genuino de las diferentes narrativas que se han hecho eco de las fuerzas que realmente somos y nos impulsan. Curiosamente, Chan-wook pretende algo parecido: incriminar a la sociedad sana para recordarle la necesidad de recuperar su lado eminentemente irracional, aquel donde parecen residir las pasiones que mueven el motor de la historia. Pasiones que si ya movían las acciones de los protagonistas de la Trilogía de la Venganza, ahora explican los anhelos de Young-goon y los conflictos afines a su búsqueda de propósito vital. De ahí la suspensión de sus compromisos con la moralidad humana cuando solicita a Il-soon que robe su compasión, eliminando así el sentimiento de culpa por cumplir su deber de asesinar a los miembros del hospital que se interpongan en el camino hacia el encuentro con su abuela. ¡Qué gozosos momentos de violencia a ritmo de vals ofrece esta onírica misión de Young-goon aunando carcajada y brutalidad!

Puede que “I’m a Cyborg but that’s OK” parezca una película menor, humilde y sin mayor trascendencia, pero su indudable encanto e inventiva visual, la manifiesta sensibilidad con la que el film se levanta y su condición de ingenioso entretenimiento no apto para todos los públicos la convierten en un caramelo que no deberíamos rechazar a la ligera.

Será interesante descubrir como Park Chan-wook juega con el lenguaje cinematográfico en su anunciado nuevo proyecto (“Evil Live“), un film de terror vampírico del que poco sabemos por el momento. Seguro que disgustará y maravillará a partes iguales, consecuencia inevitable que incide plenamente en el cine de autor.


trailer:

David López

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